Por: Antonio López Ortega | 27 de Agosto, 2012
El académico español Enric Panés, en un reciente artículo publicado en El País (17/7), da cuenta de dos documentos importantes que abordan la relación entre creación cultural, desarrollo económico y patrocinios empresariales. Por un lado, “Europa creativa 2014-2020”, fruto de una larga reflexión de la Unión Europea; por el otro, “Niente Cultura, niente Sviluppo”, especie de manifiesto de los industriales italianos cuya tesis de partida es que sin Cultura ni investigación no puede haber desarrollo, por lo que ambas deben ser salvaguardadas bajo una estrategia de largo plazo que esté en el centro de toda acción de Gobierno.
Estos debates lucen lejanos para nuestra empobrecida situación venezolana, pero hasta hace pocos años no lo eran, cuando en nuestro sector se hablaba de ‘Ley de Mecenazgo’ o se producían en el Banco Central de Venezuela eventos como ‘Los nuevos escenarios de la inversión cultural’, dando cuenta de un protagonismo al menos continental. Pero mientras aquí vamos en regresión, retrotrayéndonos a visiones que lucen desvencijadas, la reflexión mundial no se para y da cuenta de significativos avances. Nuestra puesta al día no sólo abarcará una década (2000-2010) que ya debe darse por perdida, sino también los esfuerzos que debemos hacer para incorporarnos al flujo de ideas que condicionan la acción de gobiernos, creadores e industrias culturales.
Para los italianos de Federculture: “No es posible prescindir de la Cultura, incluso frente a situaciones de depresión y derrota, porque los únicos antídotos para hacerles frente son el arte, la fantasía y la inventiva: la Cultura no pierde nunca valor porque es una de las claves del desarrollo, incluido el económico”. Para los gestores de “Europa Creativa”: “La intervención privada en la financiación de actividades culturales no puede ser considerada sustitutiva del gasto público; ocurre más bien lo contrario, las empresas se muestran interesadas en invertir cuando el Sector Público asume su propio papel y da pruebas de no querer retirarse.”
Dice Panés: “Aunque subsiste una fórmula tradicional de mecenazgo que permite adquirir prestigio social aunque se trate de actividades ajenas al propio ámbito, el viejo concepto de “patrocinio cultural” (dinero a cambio de visibilidad de marca) no tiene futuro: se va claramente hacia planteamientos de partenariado que llevan a definir proyectos que encajen con las estrategias globales de las empresas, respetando el papel y la misión de los operadores culturales (…) Sin fórmulas de definición y de cogestión de los proyectos coherentes con la “misión central” (core mission) de las empresas, ningún beneficio fiscal ni Ley de Mecenazgo logrará generar una tendencia estable a una implicación cada vez mayor del capital privado en la generación y la difusión de ese vastísimo ámbito de actividades que englobamos bajo la etiqueta de cultura y creatividad y que cada día adquiere mayor importancia en el conjunto de nuestras economías.”
Sólo una recuperación de políticas públicas modernas en Cultura, sumada a un cambio de enfoque de la gestión cultural independiente cuando se trate de pescar flujos de financimiento y a un despertar de las empresas bajo marcos regulatorios que incentiven acciones sociales positivas nos logrará dar un nuevo panorama, un nuevo paisaje para nuestras destrezas creativas.
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