Por: Javier Brassesco
Graziano Gasparini está trabajando ahora en la publicación de su libro 55, que tiene por título "Respetar el monumento" OSWER DÍAZ
Premio Nacional de Arquitectura, doctor Honoris Causa de la UCV, 54 libros publicados, ha intervenido más de 150 iglesias en el país, fundó el Instituto de Patrimonio Cultural en 1974 y trabajó en la restauración de la Ciudad Vieja de Guatemala, de Quito, de La Habana, de Lima, de El Cuzco y de Tiahuanaco.
Cualquier espacio se queda corto a la hora de presentar a Graziano Gasparini. Nadie ha hecho tanto por la preservación de la arquitectura colonial venezolana como este italiano que llegó al país en 1948, nadie tiene más autoridad que él a la hora de hablar de conservación del patrimonio. Antes de él ni siquiera existía la restauración de obras arquitectónicas en el país más allá de una intervención que se le hizo a la Casa de Bolívar en 1919.
Cuando en los cincuenta se demolieron dos de las casas coloniales más importantes de Caracas, el colegio Chaves y la casa Llaguno, Gasparini sugirió que sus fachadas se reprodujeran a ambos lados de la casa natal de Bolívar, y así nacieron el Museo Bolivariano y la Sociedad Bolivariana.
-¿Ha visitado la cuadra de Bolívar últimamente?
-No, me da grima solo pensar que tendría que ver ese esperpento, ese misil que pusieron en la plaza San Jacinto.
-¿Ya no trabaja en obras de restauración?
-Hace doce años que no trabajo en eso. Este gobierno no me llamará, ellos se creen infalibles y yo soy de la cuarta república. Tanto mejor, esta gente es de una ignorancia nobélica. Digo, digna de un Nobel.
-Pero en los últimos tres años se han emprendido varias jornadas de restauración en el centro histórico...
-Eso no es restauración. ¿Tú crees que restaurar es pintar una fachada? Lo que hacen es trabajar en base a fantasías, con una incompetencia total.
-¿Por qué lo dice?
-¿Has visto los colores que utilizan? Es algo que no tiene sentido, yo siempre me pregunto, y aún no encuentro respuesta, cómo es el proceso mental que lleva a una persona a utilizar esos colores que le pusieron al Correo de Carmelitas o a la Santa Capilla. Uno parece una tienda de Disney y el otro una fábrica de tomates, es espantoso, da dolor. Hasta los pilastros de la entrada lateral de Miraflores los pintaron de rojo. Una fachada que arquitectónicamente es del siglo XIX y la pintan de rojo... ni encuentro palabras para calificar eso.
-¿Y ha hablado con los arquitectos que lo hicieron?
-Nadie los conoce, y lo hicieron sin consultar a nadie. De los treinta años que estuve en la UCV pasé 18 dirigiendo el Consejo de Desarrollo Humanista y en la década del 70 logré enviar a quince profesionales a estudiar por períodos de dos años a un curso de formación de Arquitectos Restauradores en Roma. ¿Tú crees que a alguno de ellos lo llamaron? ¡A ninguno!
-Pero usted conoce a Farruco Sesto de la Facultad de Arquitectura de la UCV...
-Bueno, sí, y también cuando él trabajaba con Andrés Velásquez en la gobernación de Bolívar y yo restauraba la Casa del Congreso de Angostura. No he hablado con él, la verdad, pero lo que sé es que cuando uno actúa guiado por prejuicios ideológicos, como está haciendo él, siempre se mete la pata. Al final no haces lo que quieres sino lo que tú crees que quiere tu amo. Pintan todo de rojo para que les den palmaditas en la espalda. Pero con respecto al centro histórico hay algo peor que los colores...
-¿Qué cosa?
-El criterio militarista. Le quieren poner un uniforme a la ciudad. Cómo es posible que a un centro urbano vivo le obliguen a utilizar la misma santamaría gris. Y además obligan a quitar los avisos. Señores, entérense: los avisos son los elementos que más vida le dan a una zona urbana e identifican la actividad comercial.
-¿Pero no está el centro histórico mejor que hace tres o cuatro años?
-Está mejor en aceras, zonas peatonales y mantenimiento del conjunto urbano en general, pero podría estar mucho mejor si hubiesen respetado las normas de restauración. Cómo es posible que utilicen todo ese dinero para producir una mamarrachada como lo que hicieron con el Correo de Carmelitas.
-¿Por qué en Caracas se conserva tan poco de la arquitectura colonial?
-Por ese afán de tumbar y tumbar que caracteriza a esta ciudad desde la muerte de Gómez. A Caracas la destrozaron porque las casas coloniales estaban en los terrenos más costosos, como todo lo que es hoy la parroquia Altagracia. La especulación acabó con el centro histórico, pero también pasó en Lima y en México. Solo se conservan las iglesias porque no tenían un uso comercial. Ah, y muy importante: se conserva el trazado histórico, ese cuadrilátero de cinco manzanas por cinco con la plaza en el medio.
-Ahora se habla de peatonalizarlas...
-Estaría bien, pero hay que tomar algunas cosas en cuenta, como las emergencias médicas, la recolección de basura.. parece elemental, pero aquí son capaces de cerrar el acceso con barreras de cemento.
-¿Qué le parece el nuevo mausoleo de Bolívar?
-Apenas vi un dibujito en El Universal, y a primera vista me pareció una rampa para patineteros. Pero el problema es que el proyecto no se ha hecho público. Qué bueno hubiera sido convocar un concurso entre los países bolivarianos, porque hay que ver los arquitectos que tienen Colombia o Perú, o los profesionales que tenemos entre nosotros. Pero no, todo lo manejan en secreto. ¿Sabes que es mucho peor que un ignorante? Un ignorante con poder.
Cualquier espacio se queda corto a la hora de presentar a Graziano Gasparini. Nadie ha hecho tanto por la preservación de la arquitectura colonial venezolana como este italiano que llegó al país en 1948, nadie tiene más autoridad que él a la hora de hablar de conservación del patrimonio. Antes de él ni siquiera existía la restauración de obras arquitectónicas en el país más allá de una intervención que se le hizo a la Casa de Bolívar en 1919.
Cuando en los cincuenta se demolieron dos de las casas coloniales más importantes de Caracas, el colegio Chaves y la casa Llaguno, Gasparini sugirió que sus fachadas se reprodujeran a ambos lados de la casa natal de Bolívar, y así nacieron el Museo Bolivariano y la Sociedad Bolivariana.
-¿Ha visitado la cuadra de Bolívar últimamente?
-No, me da grima solo pensar que tendría que ver ese esperpento, ese misil que pusieron en la plaza San Jacinto.
-¿Ya no trabaja en obras de restauración?
-Hace doce años que no trabajo en eso. Este gobierno no me llamará, ellos se creen infalibles y yo soy de la cuarta república. Tanto mejor, esta gente es de una ignorancia nobélica. Digo, digna de un Nobel.
-Pero en los últimos tres años se han emprendido varias jornadas de restauración en el centro histórico...
-Eso no es restauración. ¿Tú crees que restaurar es pintar una fachada? Lo que hacen es trabajar en base a fantasías, con una incompetencia total.
-¿Por qué lo dice?
-¿Has visto los colores que utilizan? Es algo que no tiene sentido, yo siempre me pregunto, y aún no encuentro respuesta, cómo es el proceso mental que lleva a una persona a utilizar esos colores que le pusieron al Correo de Carmelitas o a la Santa Capilla. Uno parece una tienda de Disney y el otro una fábrica de tomates, es espantoso, da dolor. Hasta los pilastros de la entrada lateral de Miraflores los pintaron de rojo. Una fachada que arquitectónicamente es del siglo XIX y la pintan de rojo... ni encuentro palabras para calificar eso.
-¿Y ha hablado con los arquitectos que lo hicieron?
-Nadie los conoce, y lo hicieron sin consultar a nadie. De los treinta años que estuve en la UCV pasé 18 dirigiendo el Consejo de Desarrollo Humanista y en la década del 70 logré enviar a quince profesionales a estudiar por períodos de dos años a un curso de formación de Arquitectos Restauradores en Roma. ¿Tú crees que a alguno de ellos lo llamaron? ¡A ninguno!
-Pero usted conoce a Farruco Sesto de la Facultad de Arquitectura de la UCV...
-Bueno, sí, y también cuando él trabajaba con Andrés Velásquez en la gobernación de Bolívar y yo restauraba la Casa del Congreso de Angostura. No he hablado con él, la verdad, pero lo que sé es que cuando uno actúa guiado por prejuicios ideológicos, como está haciendo él, siempre se mete la pata. Al final no haces lo que quieres sino lo que tú crees que quiere tu amo. Pintan todo de rojo para que les den palmaditas en la espalda. Pero con respecto al centro histórico hay algo peor que los colores...
-¿Qué cosa?
-El criterio militarista. Le quieren poner un uniforme a la ciudad. Cómo es posible que a un centro urbano vivo le obliguen a utilizar la misma santamaría gris. Y además obligan a quitar los avisos. Señores, entérense: los avisos son los elementos que más vida le dan a una zona urbana e identifican la actividad comercial.
-¿Pero no está el centro histórico mejor que hace tres o cuatro años?
-Está mejor en aceras, zonas peatonales y mantenimiento del conjunto urbano en general, pero podría estar mucho mejor si hubiesen respetado las normas de restauración. Cómo es posible que utilicen todo ese dinero para producir una mamarrachada como lo que hicieron con el Correo de Carmelitas.
-¿Por qué en Caracas se conserva tan poco de la arquitectura colonial?
-Por ese afán de tumbar y tumbar que caracteriza a esta ciudad desde la muerte de Gómez. A Caracas la destrozaron porque las casas coloniales estaban en los terrenos más costosos, como todo lo que es hoy la parroquia Altagracia. La especulación acabó con el centro histórico, pero también pasó en Lima y en México. Solo se conservan las iglesias porque no tenían un uso comercial. Ah, y muy importante: se conserva el trazado histórico, ese cuadrilátero de cinco manzanas por cinco con la plaza en el medio.
-Ahora se habla de peatonalizarlas...
-Estaría bien, pero hay que tomar algunas cosas en cuenta, como las emergencias médicas, la recolección de basura.. parece elemental, pero aquí son capaces de cerrar el acceso con barreras de cemento.
-¿Qué le parece el nuevo mausoleo de Bolívar?
-Apenas vi un dibujito en El Universal, y a primera vista me pareció una rampa para patineteros. Pero el problema es que el proyecto no se ha hecho público. Qué bueno hubiera sido convocar un concurso entre los países bolivarianos, porque hay que ver los arquitectos que tienen Colombia o Perú, o los profesionales que tenemos entre nosotros. Pero no, todo lo manejan en secreto. ¿Sabes que es mucho peor que un ignorante? Un ignorante con poder.
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