Fuente: El Universal Venezuela
Por: Ángel Ricardo Gómez
"María, Pene", "Creo Nº 1:85 kg. y un vestido de pepitas", "Apuesta a maravilla blue", "Anatomía 3" y "Eje cigüeñal 3e1-11, son algunas de las propuestas imagen: CORTESÍA JOSÉ C. GÓMEZ
La edición XXI del Festival de Jóvenes Coreógrafos se realizó casi por un mes, del 25 de mayo al 19 de junio de 2005, en Caracas y Barcelona. La siguiente se hizo por menos días, del 8 al 18 de junio de 2006, y en sólo cuatro salas de la capital (Doris Wells y Juana Sujo, de la Casa del Artista, Museo de Bellas Artes y Centro Cultural Chacao). No obstante, la edición XXII contaba aún con invitados internacionales: PuntoZero de Italia, Estantres de Colombia, Raquel Ortega de España, Martín Inthamoussú de Uruguay, María Alejandra Marques de Argentina y Sebastián Salvador de Ecuador.
Por falta de recursos, la programación ha devenido en un sencillo encuentro de una semana, realizado en una sala experimental caraqueña con estudiantes de danza. "Quizás con un poco más de recursos podríamos llegar a más sedes en el interior del país y hacer el festival por más días", decía ya en 2005 Rafael González, uno de los organizadores del evento.
Si bien el Estado olvidó el apoyo económico para este tipo de eventos, el talento sobra... aunque se echa de menos el necesario roce internacional. Ojalá sobre también apoyo del público.
La edición 27 del Festival de Jóvenes Coreógrafos presenta a una camada de artistas a punto de graduarse en la Universidad Nacional Experimental de las Artes, cuyas propuestas, según Carlos Paolillo -crítico, profesor y principal promotor del festival-, son menos formalistas y más interesadas en la investigación y la exploración.
A raiz de un encuentro titulado, In-dividuos, miniaturas significantes, visiones del signo y el cuerpo verso, surgieron 10 obras, que se dividieron en tres programas, producto de seis coreógrafos. Las piezas son desarrolladas por seis bailarines y dos invitados especiales.
"Son bailarines bien formados en las técnicas formales de la danza escénica, con ténicas de la nueva danza contemporánea y conocimientos de la improvisación, el contacto... Es un grupo particular que no quiere reeditar lo que se ha hecho, sino inventar su propio discurso", dice Paolillo en torno de los jóvenes Lester Arias, Irene Bracamonte, Tábata Toledo, Naudy Contreras, Ariana Meleán, Gabriela Bracamonte, Sainma Rada y Raquel Piñeiro.
El crítico y docente universitario agrega que se trata de acciones testimoniales de mucha libertad personal en la expresión, con una carga emotiva y reflexiva importante, que tratan de indagar en el cuerpo expresivo y estético, y que apunta no a la complacencia sino a un público alternativo o a la formación de uno.
En efecto, Lester Arias ha dicho: "Queremos que la danza comience a recorrer el cuerpo del espectador, que él pueda bailar con nosotros". Al tiempo que Ariana Meleán ha señalado que la apuesta es a los "cuerpos sinceros". "Que no nos ajustemos a lo que fue, sino a lo que somos".
Regreso a los orígenes
Así como Danzahoy o el Ateneo de Caracas han tenido que empezar de cero debido al empuje -al abismo- que les ha dado el Estado venezolano, el Festival de Jóvenes Coreógrafos regresa al espíritu de sus primeras ediciones en los productivos años 80, sin abandonar la esencia de servir de plataforma para los nuevos talentos de la danza contemporánea.
Es cierto que la presente edición se lleva a cabo en la sala Horacio Peterson de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, ubicada en la otrora sede del Ateneo, pero es imprescindible que el Estado acometa de nuevo el apoyo económico a programaciones tan importantes como esta.
"El Festival de Jóvenes Coreógrafos llegó a ser importante en toda América Latina porque promovía el intercambio cultural", recuerda Paolillo.
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