El 26 de agosto del año pasado aparecía en estas páginas una nota titulada: "Retenidos 35 mil libros de la FCU (Fundación para la Cultura Urbana)" que cerraba con la frase: "Por ahora no existe una fecha en el calendario para que la Fundación pueda utilizar sus activos. La cultura espera". Tulio Hernández tituló su columna de este domingo, "Relato de los libros presos", una manifestación de que la espera continúa.
En su acostumbrado espacio dominical, el sociólogo comenta: "(Marcos) Pérez Jiménez los incautaba antes de que salieran. (Augusto) Pinochet los mandaba a la hoguera. En tiempos de Hugo Chávez, hay que reconocer su originalidad, los meten presos. A los libros, pobres, no les va bien con los militares duros".
El "cautiverio" de estos libros comenzó en julio cuando un ente de la Superintendencia Nacional de Valores desalojó a la FCU, una organización que recibía apoyo de Econoinvest, casa de bolsa intervenida previamente, en abril, por presuntas irregularidades.
No ha habido sentencia para los directivos de la casa de bolsa, por lo tanto todo está congelado a su alrededor. La Fundación, que es un ente autónomo, funcionaba en un espacio de Econoinvest, pero los activos que estaban dentro son propios; sin embargo, están "decomisados" desde julio.
"Es importante aclarar que la Fundación es autónoma. Eso en el marco jurídico nacional está tipificado: las fundaciones son autónomas. Una cosa es que haya tenido excelentes relaciones con el grupo de empresas de Econoinvest, y otro es que se quiera atribuirle delitos a la Fundación por esa relación. Al menos que publicar libros y contribuir con el acervo cultural venezolano sea un delito", decía a El Universal uno de los miembros de la Sociedad de Amigos de la FCU, Alexis Romero.
Andrés Boersner, presidente ejecutivo de dicha Sociedad, explicó que hasta ahora se ha apelado al diálogo, pero los intentos han sido infructuosos. Así que esperan emprender acciones legales próximamente.
"Son más de 100 títulos, más de 30.000 volúmenes, entre ensayos y crónicas, todos referidos a la cultura urbana; aparte de fotografías, videos y discos", enumera Boersner, quien comenta: "La Fundación ha sido secuestrada jurídicamente".
En efecto, en las oficinas del edificio Mene Grande, al este de Caracas, y en sus depósitos, hay al menos 40 obras que estaban en proceso de edición. Por ejemplo, están represados 900 ejemplares de una reedición de Caracas Cenital, libro del fallecido William Niño, con fotografías aéreas de Nicola Rocco. "Casi no circularon: Ciudades que ya no existen de Fedosy Santaella; Lo erótico y lo pornográfico, de Rubén Monasterios; y Mínima expresión, de Violeta Rojo, de los que saldrían no más de 100 ejemplares", informó.
Otros como Portugal y Venezuela: 20 testimonios, de Yoyiana Ahumada; Francia y Venezuela: 20 testimonios, de María Ángeles Octavio y Curazao y Venezuela: 20 testimonios, por Diana Pinedo, nunca salieron, así como el de Colombia y Venezuela, que estaba bien adelantado.
"Otro recurso es que los mismos autores reclamen su obra", propone Boersner, para el que es un sinsentido tener esos libros retenidos. "Como lo dice Tulio en su columna, ninguno va dirigido a protestar contra el Gobierno".
El librero de Noctua especula que podría haber algo de ineptitud y de espera, en la actitud de la junta interventora de Econoinvest. "Yo creo que esperan a ver qué pasa en instancias superiores, esperan a ver qué orden emana del Alto Gobierno", dice.
En un principio pensaba que era desconocimiento, pero a estas alturas ya es mala fe. Ellos saben que esos activos no pertenecen a Econoinvest. Deberían entregar esos libros, pero, claro, todo forma parte de la política de destrucción de instituciones culturales que eran eficientes y que no forman parte de su política doctrinaria", concluye.
agomez@eluniversal.com
En su acostumbrado espacio dominical, el sociólogo comenta: "(Marcos) Pérez Jiménez los incautaba antes de que salieran. (Augusto) Pinochet los mandaba a la hoguera. En tiempos de Hugo Chávez, hay que reconocer su originalidad, los meten presos. A los libros, pobres, no les va bien con los militares duros".
El "cautiverio" de estos libros comenzó en julio cuando un ente de la Superintendencia Nacional de Valores desalojó a la FCU, una organización que recibía apoyo de Econoinvest, casa de bolsa intervenida previamente, en abril, por presuntas irregularidades.
No ha habido sentencia para los directivos de la casa de bolsa, por lo tanto todo está congelado a su alrededor. La Fundación, que es un ente autónomo, funcionaba en un espacio de Econoinvest, pero los activos que estaban dentro son propios; sin embargo, están "decomisados" desde julio.
"Es importante aclarar que la Fundación es autónoma. Eso en el marco jurídico nacional está tipificado: las fundaciones son autónomas. Una cosa es que haya tenido excelentes relaciones con el grupo de empresas de Econoinvest, y otro es que se quiera atribuirle delitos a la Fundación por esa relación. Al menos que publicar libros y contribuir con el acervo cultural venezolano sea un delito", decía a El Universal uno de los miembros de la Sociedad de Amigos de la FCU, Alexis Romero.
Andrés Boersner, presidente ejecutivo de dicha Sociedad, explicó que hasta ahora se ha apelado al diálogo, pero los intentos han sido infructuosos. Así que esperan emprender acciones legales próximamente.
"Son más de 100 títulos, más de 30.000 volúmenes, entre ensayos y crónicas, todos referidos a la cultura urbana; aparte de fotografías, videos y discos", enumera Boersner, quien comenta: "La Fundación ha sido secuestrada jurídicamente".
En efecto, en las oficinas del edificio Mene Grande, al este de Caracas, y en sus depósitos, hay al menos 40 obras que estaban en proceso de edición. Por ejemplo, están represados 900 ejemplares de una reedición de Caracas Cenital, libro del fallecido William Niño, con fotografías aéreas de Nicola Rocco. "Casi no circularon: Ciudades que ya no existen de Fedosy Santaella; Lo erótico y lo pornográfico, de Rubén Monasterios; y Mínima expresión, de Violeta Rojo, de los que saldrían no más de 100 ejemplares", informó.
Otros como Portugal y Venezuela: 20 testimonios, de Yoyiana Ahumada; Francia y Venezuela: 20 testimonios, de María Ángeles Octavio y Curazao y Venezuela: 20 testimonios, por Diana Pinedo, nunca salieron, así como el de Colombia y Venezuela, que estaba bien adelantado.
"Otro recurso es que los mismos autores reclamen su obra", propone Boersner, para el que es un sinsentido tener esos libros retenidos. "Como lo dice Tulio en su columna, ninguno va dirigido a protestar contra el Gobierno".
El librero de Noctua especula que podría haber algo de ineptitud y de espera, en la actitud de la junta interventora de Econoinvest. "Yo creo que esperan a ver qué pasa en instancias superiores, esperan a ver qué orden emana del Alto Gobierno", dice.
En un principio pensaba que era desconocimiento, pero a estas alturas ya es mala fe. Ellos saben que esos activos no pertenecen a Econoinvest. Deberían entregar esos libros, pero, claro, todo forma parte de la política de destrucción de instituciones culturales que eran eficientes y que no forman parte de su política doctrinaria", concluye.
agomez@eluniversal.com
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