CRISIS
La presencia de refugiados atenta contra normativa internacional
"La ayuda a los damnificados es una excusa para cerrar el museo"
A los trabajadores del MAO les preocupa el destino de la institución convertida en refugio
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ
Las salas permanecen cerradas desde hace 10 días
Las elecciones presidenciales de 1998 coincidieron con una de las exposiciones más celebradas y recordadas de cuantas se efectuaron en esa década en el país. La muestra Contemporánea. Adquisiciones 1994-1998 sintetizó cinco años de trabajo del Museo Alejandro Otero, cuyo norte había sido reunir una colección que combinara lo más reciente del arte contemporáneo con creaciones clave de uno de los protagonistas de la modernidad venezolana.
En esa ocasión se exhibieron piezas como El caballero de orden de Alexander Apóstol, Las cinco grandes hachas de Harry Abend, el Ecosistema de Lluís Barbá, el Poliverso andróctono de Yucef Merhi y Wind y Summer de Vik Muniz. Ahora, 12 años después, el rumbo de la institución es incierto.
En las 6 salas que alguna vez acogieron obras como Abstracción y el Estudio para colorritmo N°1 de Otero (cuyo original pertenece al Museo de Arte Moderno de Nueva York) ahora hay colchonetas, sábanas, comida y enseres de 350 damnificados que dejaron las recientes lluvias. "Las piezas fueron trasladadas a las bóvedas y hasta ahora no se sabe cuánto tiempo permanecerán allí, ni cuándo podremos retomar la programación expositiva. Algunos hablan de 3 meses; otros, de 6. Los trabajadores tememos lo peor: que esto sea una excusa para bajar la santamaría y seguir poniendo a prueba al personal del museo, en un conflicto laboral que ya lleva años", dijo una fuente vinculada con la institución que prefirió no identificarse.
El domingo 5 de diciembre, cuando llegaron los primeros camiones con damnificados, la presidenta de la Fundación Museos Nacionales, Vivian Rivas, dijo en voz alta: "Esto ya no es un museo, sino un refugio", aseguran los trabajadores.
"Esto parece una gran instalación de seis salas, pero no tiene nada que ver con el arte, sino con la improvisación". Así define una empleada del Museo Alejandro Otero –que también pidió mantener su nombre en reserva– la situación de la institución.
Para otros, más que de improvisación, se trata de un cierre disfrazado. "Creemos que esta es la fase final del plan del Ministerio de la Cultura para cerrar el Museo Alejandro Otero. Como la comunidad de La Rinconada se opuso a su cierre por decreto, decidieron traer damnificados. Perdimos un museo. Ya no hay nada que hacer".
Desde afuera, el ex curador del museo Miguel Miguel asegura que en la actualidad el MAO no existe. "Un museo no es sólo un edificio, sin su colección, sin las exposiciones y sin el público no existe. Eso es lo que ocurre en estos momentos en La Rinconada".
Al igual que a los trabajadores, a Miguel le preocupa que la emergencia se convierta en una condición permanente para el museo. Acondicionar las instalaciones para albergar damnificados implica la alteración de la planta física, lo que podría traer consecuencias negativas tanto para el edificio como para la colección. "Si se llegaran a instalar cocinillas eléctricas se corre el riesgo de que haya un cortocircuito. En caso de un incendio las obras pasarían a ser leña".
El MAO alberga una importante colección de obras
Seguridad endeble. Uno de los temas más críticos en este momento es el de la seguridad. Según fuentes consultadas, ni la policía ni la Guardia Nacional custodian las instalaciones del Museo Alejandro Otero. El personal de seguridad de la institución, el Iartes y la Fundación Museos Nacionales resguardan la integridad de los 350 damnificados y de los trabajadores del museo, así como de la bóveda.
"Se instalaron rejas alrededor de los depósitos y el tablero de electricidad. A la bóveda sólo pueden acceder contadas personas, que tienen la llave. Pero igual nos parece que las obras están bastante expuestas, pues se trata sólo de una reja. La del MAO no es una bóveda como la del Museo de Arte Contemporáneo, que tiene varios tipos de sistemas de seguridad instalados".
A Miguel le preocupan la validez de los seguros ante el cambio de perfil de la institución. "Habría que preguntarse si las compañías aseguradoras están dispuestas a cubrir los siniestros que ocurran en el museo mientras asume el papel de refugio, con cambios en sus instalaciones y en su actividad expositiva regular".
Los 350 damnificados ocupan 6 salas expositivas
Normas ICOM
La presencia de los refugiados viola las disposiciones del Código de Deontología del Consejo Internacional de Museos, según las cuales las pinacotecas deber estar en locales con las condiciones adecuadas para desempeñar sus funciones fundamentales, y que garanticen el acceso a exposiciones y colecciones de forma regular y a horas razonables. También deben asegurar condiciones de seguridad adecuadas para proteger las colecciones contra el robo y los daños que pudieran producirse en vitrinas, exhibiciones, almacenes y lugares de trabajo. De acuerdo con los trabajadores consultados, es difícil cumplir con las normas si se convierte el museo en refugio, aunque sea sólo temporalmente. "En cualquier momento nos va a llegar un jalón de orejas del ICOM. Eso me parece serio, porque indica que los museos venezolanos actúan de espaldas a las regulaciones internacionales", dijo una fuente que pidió mantener su nombre en reserva.
Fuente: El Nacional. Caracas, Venezuela.
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