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viernes, 21 de septiembre de 2012

La Opinión de Roldán Esteva-Grillet: Chapucería bolivariana

Fuente: Analítica Domingo 16 de Septiembre 2012
Por : Roldán Esteva-Grillet
Como refuerzo al show del Presidente de la República con el tema del nuevo rostro de Bolívar en 3D, la Galería de Arte Nacional montó a la carrera una exposición que más chapucera no podía ser, incorporando "obras" que ningún museo que se respete exhibiría en salas, pues son vulgares reproducciones fotográficas de cuadros anónimos que copian a otros. Supongo que así llenaban el vacío creado por las seis obras que no prestó la Fundación Boulton, al enterarse ésta que no estarían cubiertas por un seguro. Debe saberse que desde Fundación de Museos Nacionales se considera firmemente que el pago de seguros por el préstamo de obras de colecciones privadas, es una vergonzosa contribución al capitalismo.

La exposición consta de 15 piezas de los Museos Bolivarianos, 4 de la Fundación de Museos Nacionales y se salva por la serie de 15 litografías y 12 libros de época con imágenes de Bolívar, facilitados por el coleccionista Juan José Perdomo. En mismo depliant que acompaña la exposición, reproduce dos obras que desde hace más de una década están señaladas como apócrifas: una de la GAN, supuesta miniatura de Bolívar realizada por el colombiano José María Espinosa (la hizo más posiblemente la italiana Marissa Schmitt-Viassone para el comerciante cubano-americano Manuel Bustillos en Nueva York; incluso la Viassone reclamó desde Alemania al Museo Nacional de Colombia, la autoría de muchas de sus miniaturas atribuidas a Espinosa y la institución debió sacar un nuevo catálogo); otra obra reproducida es de la Fundación Boulton, el Bolívar de Haití, 1816, cuando es un falso histórico de 1959 ca, pintado al pastel sobre papel antiguo, adquirido por Alfredo Boulton al mismo cubano Bustillos). Ambos casos están bien documentados y analizados por Carlos F. Duarte en un enjundioso artículo publicado en 2001 en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, No. 334. Al parecer, la “minuciosa investigación” emprendida por la curadora dejó varios cabos sueltos.

El título de la exposición es engañoso, a más no poder: “El rostro del Libertador visto por sus contemporáneos”. Según mi propio registro, los pintores y dibujantes venezolanos retratistas de Bolívar por ser contemporáneos a él, fueron Carmelo Fernández, Juan Bautista Ugalde, Peregrino Malcampo, Pedro Castillo Hinojosa, José Hilarión Ibarra y Juan Lovera. Sólo de este último hay una obra expuesta. En tanto que difícilmente identificaría a Juan Antonio Michelena y menos a Cirilo Almeida Crespo como “contemporáneos” del Libertador. Me pregunto por qué no se acudió a la colección del Palacio Federal, donde se exhibe el más célebre retrato de Bolívar, el de Gil de Castro de 1825, el primero realizado de pie y ya no más de sólo busto. O a la colección del Palacio de Miraflores, donde hay otro Bolívar pedestre, de 1865, realizado por el colombiano José María Espinosa, éste sí auténtico. Y si era tanto el interés en mostrar a Cirilo Almeida Crespo, sobrino de Joaquín Crespo y maestro de Centeno Vallenilla, hay un magnífico y barroquísimo retrato suyo de Bolívar, también de pie, en Miraflores. Habría sido interesante, si la investigación hubiese sido de verdad “minuciosa” y la exposición respondiese a una programación distanciada en el tiempo, cotejar los dos primeros ejemplos de retratos ecuestres de Bolívar, el de Ibarra (Casa Natal) y el de Tito Salas (Palacio de Miraflores)


Imagen cortesía de: Roldán Esteva-Grillet

“A falta de pan, buenos son pasteles”, dicen que dijo María Antonieta ante las protestas populares por el alza del trigo en la Francia prerrevolucionaria. En

plena campaña por una nueva reelección presidencial, a falta de pan gallego (léase: Mausoleo de Farruco), buena está la pastelería francesa en 3D de Philippe Froesch, a quien el gobierno nacional malagradecido lo mantiene en el anonimato. Ya su “creación” no sólo ha dado mucho que hablar, sino que ha sido incorporada como icono central a la campaña chavista. Es hora de confrontar ese bodrio bolivariano con quien lo ha desafiado en las redes sociales, el excelente dibujante Omar Cruz. El desahucio curatorial de la GAN podría remediarse con un gesto de amplitud democrática, al mejor estilo de aporrea.com: invitando Omar Cruz a conferenciar sobre su propia versión y contraponerla a la chapucera del franchute. El retador venezolano podría señalar al público el cúmulo de errores fisionómicos y anatómicos que se quieren ahora presentar como producto de la ciencia. Pero esto sería pedirle peras al olmo, tal es la deprimente situación de nuestros museos y sus curadurías.

Uno se llena de indignación ante estos desatinos, cuando vienen de un gobierno que se proclama heredero directo de las glorias del Libertador y fiel ejecutor de sus ideales. Un mínimo de respeto debería tener por la historia, pero ya sabemos cuál es el tratamiento de quienes la manipulan para justificar sus desmanes.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Venezuela en Venecia, por Federico Vegas

Fuente: Prodavinci
Por: Federico Vegas

Se habla mucho y con inusitada pasión de la Torre David y su León de Oro, pero, ¿alguien se ha fijado en lo que montaron en el Pabellón de Venezuela en Venecia? Parece una feria agrícola en la que ya se vendió la mercancía y sólo quedan los letreros con las ofertas y la decoración floral. Pensé que no valía la pena entristecerse más de la cuenta, pero al adivinar en el salón principal las entradas de luz que diseñó Carlo Scarpa –el arquitecto italiano que diseñó esta exquisita edificación– comprendí cuánto había de profanación en aquel recinto, nuestro reiterado escenario de oportunidades perdidas.
En la Bienal de Arquitectura de Venecia los pabellones de los diferentes países muestran lo más significativo que han realizado en los últimos años. Esta vez hay estructuras de los portugueses Alvaro Siza y Souto de Moura; de los brasileños Lucio Costa y Mendes da Rocha; del chileno Alejandro Aravena quien a través de los proyectos de dos ciudades busca cómo transparentar y afrontar, mediante el diálogo y la participación de los ciudadanos, los conflictos y miradas diversas que inevitablemente existen entre los habitantes de una ciudad, para establecer un “piso común” que permita trazar un futuro que haga sentido a todos los involucrados”.
El León de oro a la mejor exhibición en un Pabellón la obtuvo la presentación de Japón. Los arquitectos Kumiko Inui, Sou Fujimoto y Akihisa Hirata, con la colaboración de Toyo Ito,  propusieron el proyecto “Home for all” –Hogar para todos–, un proyecto para los habitantes de Rikuzentakata que perdieron sus viviendas en un tsunami. Home-for-All es un intento de proporcionar lugares donde aquellos que han perdido sus hogares puedan disfrutar de un poco de respiro, un lugar para reunirse, hablar, comer y beber juntos.
Para entender qué intenta Venezuela presentar al mundo podemos comenzar con las palabras del propio creador de la muestra, el arquitecto Doménico Silvestro:
Quería utilizar la tensión y los colores primarios de estos croquis para llamar la atención sobre los aspectos más problemáticos de las ciudades de hoy.  Este grupo de gestos gráficos no aspiran a definir la imagen de una nueva ciudad, o de las ciudades del futuro, sino simplemente crear referencias intuitivas, emocionalmente cargadas, al alcance de todos los visitantes, para que cada uno construya su propia visión de las ciudades que nos gustaría tener.
Y tiene razón Doménico. En Venezuela nos estamos alimentado básicamente de “referencias intuitivas” y “emocionalmente cargadas”. Al carecer de un acuerdo y un propósito colectivo e integrador, hace falta cerrar los ojos para imaginar la ciudad que nos gustaría tener, o acudir a estas acrobacias de “croquis de colores primarios” suspendidos entre “gestos gráficos” y entonces inventarse cada uno “su propia visión”.
Nuestro pabellón representa a cabalidad un Estado que “no aspira a definir la imagen de una nueva ciudad”, sino, como se lee en una de las protuberancias blancas del Pabellón: El objetivo para el 2019 es construir 3.000.000 de habitaciones.
Imagen cortesía de Prodavinci
El propio Doménico, mientras juega con cubitos de cartón en un hermoso día de verano en Venecia, representa con elocuencia la actitud de un gobierno que, frente a la “problemática de nuestras ciudades”, se propone repetir la misma fórmula de viviendas sin ciudad, una manía porfiada y tenaz. Para calificar esta insistencia en un mismo error, un adjetivo más adecuado sería “contumaz”: “Dicho de una materia o sustancia que retiene y propaga los gérmenes de un contagio”. Lo cierto es que hablar de “3.000.000 habitaciones” suena más a promesa hotelera que al futuro de nuestras ciudades.
                                                           Imagen cortesía de Prodavinci
Ante tan poca consistencia, ante la ausencia total de arquitectura, ante un vacío que las palabras y los colores primarios no logran llenar, uno se pregunta: ¿Por qué no se le ofreció un rincón del Pabellón a la creación más notoria de estos dos últimos años: El Mausoleo de Bolívar. ¿Será por no formar parte del protocolo de las 3.000.000 habitaciones? Otro posible motivo es que contrasta con el título de la muestra: La Ciudad Socializante vs. La Ciudad Alienante. Un Mausoleo puede resultar bastante intimidante. La sola definición: “monumento funerario y sepulcro suntuoso” ya tiene algo de alienante, de extraño y ajeno con respecto a la personalidad de Bolívar. Más aún su etimología, pues, ¡qué diablos tiene que hacer nuestro Libertador con el pedante y dispendioso Mausolo, sátrapa de Caria y esposo de la dispendiosa Artemisia! Estoy seguro de que Bolívar hubiese preferido el homenaje de un Parque Bolívar en La Carlota con 30.000 niños jugando que una tumba solitaria.
Quizás hay una razón adicional: el Mausoleo no calza en una Bienal Internacional. Sólo en el contexto de Caracas funciona una justificación soportada en frases como: después de haberlo analizado cuidadosamente como instrumento y artificio de redención de la enorme deuda cultural y política que poseemos con el máximo prócer venezolano. Entrar al Pabellón de Scarpa y toparse con el Mausoleo asustaría hasta al mismo Posani, aunque en el contexto caraqueño nos asegure que …estamos en presencia de un valor arquitectónico fenomenal, sorprendente en su madurez, resultado de un formidable acto de valentía, nuevo eslabón en la historia de la construcción del espacio con valor cultural, en este país.
La coletilla después de la coma, “en este país”, nos da la pista de que hay varas para medir en estas tierras que no funcionarían en Venecia. Otras edificaciones resultarían igual de incoherentes y hasta cómicas, como el Cohete Bicentenario, el Museo de Arquitectura o la Ciudad Caribia con su geografía de calle ciega.
Marcelino Madriz definía “alienación” como una mezcla de perplejidad y pendejada. Si unimos esta definición al proverbio “dime de que presumes y te diré de que careces”, comenzamos a comprender por qué el Pabellón de Venezuela se debate entre la pendejada y la perplejidad al presentar en Venecia una ensoñadora y patidifusa realidad. Parece el discurso de un grupo de oposición que sueña con el poder en un país sin recursos, no la obra de un gobierno que por más de una década ha manejado a su antojo recursos colosales.

                                                              Imagen cortesía de Prodavinci
Esta situación nos lleva en picada a la “La Torre David/Gran Horizonte”, la muestra que ha sido premiada con el León de Oro a la mejor exhibición internacional. El vacío de nuestro Pabellón viene a ser la explicación y la antesala de nuestra verdadera presencia en la Bienal de Venecia. Con todo y el Pabellón de Carlo Scarpa ahora somos conocidos sólo por esa Torre donde parecen congregarse, como en la Torre de Babel, nuestros vicios y confusiones, divisiones e incongruencias, incluyendo nuestra capacidad de sobrevivir en medio de la riqueza. La Torre David es la respuesta a un Goliat tan torpe y tan ciego que se niega a ver el escenario real de la batalla.
Los arquitectos que esgrimieron en Venecia la Torre David actuaron como publicistas. Con toda la frialdad y oportunidad de quienes manejan lo propagandístico, vieron una extraordinaria oportunidad de figurar internacionalmente, pues la Torre David es un fenómeno arquitectónico, urbano y humano tan desmesurado como los recursos y limitaciones que la hicieron posible. En ella se encuentra todo lo que nos sobra y nos falta, nuestras desidias y falsas promesas, ceguera y torpeza, la desesperación y la imaginación de los más débiles.
No parece haber en la presentación de estos arquitectos ningún interés social, arquitectónico o moral. Se trata sólo de la utilización de una imagen y de unas circunstancias. Sí la oportunidad la pintan calva, esta tiene los sesos expuestos al aire. ¿Es censurable esta actitud? No en una sociedad del espectáculo. Donde se evidencia la hipocresía de esta maniobra es en el subterfugio de la arepera “Gran Horizonte”, un aditivo arquitectónico tan escaso como el comino en un guiso.
Y luego apareció el comunicado de un Colegio de Arquitectos que no ha tenido la sensibilidad y la originalidad de enfrentar estos temas descomunales, y ahora viene a dictar cátedra, enfurecido porque la muestra ha recibido un premio. ¿Cuándo antes se pronunció sobre la Torre David? Hizo falta que rugiera un león para que supiera de su existencia. Nuestro gremio debería estar diligente, reflexivo y humilde ante la puntería con que hemos sido expuestos, desnudados, premiados y castigados con un premio tan insultante como revelador. En esa Torre estamos todos representados en una Caracas vertical, con más crueldad y realismo que en el despoblado y servil Pabellón de Venezuela. 

viernes, 11 de mayo de 2012

Los museos comienzan a caminar

Fuente: El Universal
Por: Dubraska Falcón.

Los expertos hacen balance a propósito del Día del Artista Plástico.


La Galería de Arte Nacional, el Museo de Bellas Arte y el de Arte Contemporáneo comenzaron a realizar exposiciones individuales con un margen de duración de hasta tres meses. FOTOS: OSWER DÍAZ MIRELES

Como si se tratara de una terapia de electroshock, los museos venezolanos parecen haber despertado del letargo. Y aunque artistas plásticos, curadores y críticos, aseguran que su estado de salud aún es delicado, algo sucede en el interior de las salas expositivas.

Tras cuatro años de inactividad -las exposiciones se realizaban con las colecciones permanentes, las muestras llegaron a durar ocho meses, algunos museos albergaron a damnificados y los trabajadores protagonizaron manifestaciones en reclamo de sus beneficios, amén de que se borraron del mapa las muestras individuales-, los expertos aseguran que el semblante del paciente ha comenzado a cambiar. Para muestra un botón: la Galería de Arte Nacional planea hacer 22 individuales este año.

Pero, a propósito del Día del Artista Plástico, que se celebra hoy, los creadores nacionales dicen no estar conformes. El artista multidisciplinario Juan José Olavarría, por ejemplo, asegura que ha visto algunas aperturas. Sin embargo, para él el tema político sigue caminando por las salas.

"Sigue haciendo falta la inclusión, pero creo que se trata de un problema de desconocimiento de la realidad del arte y de la cultura que se produce en el país. En los museos hay una serie de exposiciones de artistas que no he escuchado en mi vida, y ahora están en sala. Yo nunca he desechado una oportunidad de exponer en un museo, pero tal vez a ellos no les interesa el trabajo que yo hago. Por ejemplo, para la exposición acerca del 4 de Febrero (del Museo de Bellas Artes) se escogieron obras de la colección y se descontextualizaron. La curaduría lo hizo por ignorancia, y se vio una ruptura ligada al poder. ¡Los museos se derrumbaron y se convirtieron en refugio!", afirma el artista.

Y no es el único que observa movimientos en las instituciones museísticas. Carlos Zerpa, el llamado 'Niño terrible del arte', dice haber visto movimientos mínimos en los museos, pero agrega: "¡Es porque antes no pasaba nada!".

"Son 13 años de inamovilidad, así que cuando dan medio paso parece que están haciendo cosas. Creo que Juan Calzadilla tiene buenas intenciones, pero eso no basta, porque él es un individuo rodeado de mucha gente a la cual no le interesa la cultura", apunta Zerpa.

Y el curador Gerardo Zavarce está de acuerdo: hay mucho movimiento en los museos que en años anteriores, pero con muchas fallas en materia de curaduría. "La movilidad debe celebrarse, indudablemente", dice, pero advierte de inmediato: "Pero todavía falta mucho. Sigo lamentando que hay exposiciones en las que falta el trabajo curatorial. Las bibliotecas no funcionan los fines de semana. Se está comenzado a romper la inercia, pero todavía son paso paquidérmicos. Uno siente lentitud, sobre todo si se compara con la vitalidad y la presencia de los trabajos curatoriales que hacen los espacios alternativos y las galerías privadas. Uno ve exposiciones como la de Asdrúbal Colmenárez en Los Galpones y dice: 'Es una muestra de gran nivel'", dice Zavarce.

Lo mismo piensa el artista plástico Javier León, quien afirma sin embargo que las exposiciones "las están haciendo mal". "Por ejemplo, Antonio Moya es un artista que no tiene talla para que la Galería de Arte Nacional le haga ese homenaje. En el Bellas Artes recibieron el 2012 con una exposición de un artista argentino y otra de un cubano, que no son reconocidos en sus países. Y Rubén Wisotzki (director del MBA) no tiene experiencia como museólogo. Entiendo que hay iniciativas mejores. Pero es que teníamos congelado el aparato museístico desde hace cinco años", remata.

En el año 1983 se designó el 10 de mayo, día del natalicio de Armando Reverón, como el Día del Artista Plástico en Venezuela. 29 años después los creadores nacionales afirman que no hay nada que celebrar.

"¿Celebrar? No lo sé", afirma el artista Juan José Olavarría. "Yo estoy trabajando hoy, lo haré mañana y el 31 de diciembre. ¡No tengo nada que celebrar! Celebraría si hubiese una mayor disposición de parte del Estado de compartir una serie de planteamientos y otras maneras de producción de conocimiento. Ojalá uno tuviese un apoyo extra. Una beca, por ejemplo. Los seguros los debería proporcionar el Estado. Los artistas estamos en un nivel muy bajo dentro de la sociedad. El arte no es solo el cuadrito en la pared", asegura.

Javier León opina que el artista es un "celebrador" de la propia vida. "En ese sentido, tenemos que celebrar. Pero como colectivo, más que celebrar tenemos que problematizar y pensar qué está fallando. En el mundo privado nos hemos convertido en un gremio sectario y lleno de egos. Y en el mundo institucional, presenciamos la decadencia de la calidad en las instituciones", dice el creador.

Carlos Zerpa, quien jura no ser muy dado a celebraciones como las del Día del Artista Plástico, afirma que en este país no hay nada que celebrar. "Mientras continuemos viviendo con esta nube negra sobre la cultura, en nuestro país no hay nada que celebrar. Quizás sí tenemos que recordar la memoria de Armando Reverón. Eso sería lo más bonito, pues al final es uno de los grandes artistas venezolanos", agrega el artista plástico.

El curador Gerardo Zavarce afirma que los creadores que han mantenido una posición crítica, más que celebrar, tienen que estar satisfechos. "Hay muchos artistas que están haciendo muy buen trabajo. Y más que celebrar por su posición crítica, tendrá hoy mucho que denunciar". 

lunes, 23 de abril de 2012

La expulsión del curador La decadencia del museo venezolano

Fuente: Publicado el 20/04/2012 por RevistaOjo
Por Jesús Torrivilla -@jtvilla Juan Pedro Cámara -@juanpecamara

Los museos han pasado de una época de auge a un segundo plano en el panorama cultural.  Los artistas, sin embargo, no han dejado de producir. El conflicto está servido.

En este mini-documental se pretende exponer la realidad de un oficio que tras trece años de gestión “revolucionaria” se ha visto gravemente perjudicado y que subsecuentemente, ha cambiado la concepción del arte desde la perspectiva estatal. El año 2001 se recuerda como hito en el viraje de las políticas públicas de este sector. El despido masivo de los académicos que resguardaban una institucionalidad bien estructurada y la reducción absoluta de la figura del curador se escondieron en periódicos inundados por titulares de violencia y turbulencia política.
Una visión sobre el oficio del curador en Caracas, Venezuela.
Testimonios de Lorena González (Centro Cultural Chacao) y Félix Suazo (Centro de Arte Los Galpones)